lunes, 29 de septiembre de 2008

Una vez alguien me dijo, el tren pasa una sola vez en la vida y es verdad. No hay que dejar que nada nos impida subirnos a ese tren. Ese tren que nos llevará a donde deba hacerlo, en el cual cometeremos errores, nos arrepentiremos, conoceremos personas que luego seguirán acompañándonos y otras que se quedarán en el camino. En ese tren que cada uno decidirá que hacer, cuando, como y donde sin que nadie interfiera y opine. Cada uno se sube a su tren y cada uno decide hacia donde llevarlo, porque la vida no es ni color de rosa, ni gris, ni blanca, ni negra, es del color que uno desee pintarla y con la forma que uno desee dibujarla. Manejá tu tren a la velocidad que quieras pero nunca te olvides de los que te quieren y de esos buenos momentos que compartiste con ellos, porque esos momentos son los que cuando uno no sabe que rumbo tomar y se siente perdido y solo, lo hacen encontrar el camino. Esas personas son las que hacen cada día de tu vida más feliz. Y también son las que día a día van llenando tu tren de buenos y malos, pero recuerdos al fin, los que quedarán por siempre en tu memoria. Tu memoria que no se borra y es permanente. Esa que junto con tu historia te hace ser quien sos y que va a acompañarte todo el viaje. Cuando lo veas pasar, aprovecha, subite y subite sin miedo, porque en la vida el que no arriesga, no gana y que el que no gana, pierde.

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