sábado, 25 de octubre de 2008


Yo sé, no acepto los cambios. Soy demasiado tradicionalista, estoy demasiado ligada a los recuerdos y, paradójicamente, ligada a las fantasías sobre el futuro. Por esto mi presente es tan inquieto, aunque feliz: mezclo pasado, futuro y presente como si de esa mezcla pudiese surgir un postre exquisito. Un postre que hace bien porque hace mal. Un postre que es bueno porque tiene ingredientes contrapuestos. No hay nada de positivo en esta riqueza de sentimientos. Esto es una orgía , una orgía de sentimientos. En la que no se comprende quien lleva la mejor parte, en la que no se puede prever si al final ganará la vida o la muerte, el amor o el dolor. Es un caos infinito, conectado por muchos pequeños eslabones que encastran entre sí y terminan en mi cuello, arrastrándome a lugares siempre distintos con estados de ánimos cada vez mas desesperantes .

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